sin dejarme vivir, vive serena
aquella luz que fue mi gloria y pena,
y me hace guerra cuando en paz reposa.
Tan vivo está el jazmín, la pura rosa,
que, blandamente ardiendo en azucena,
me abrasa el alma de memorias llena:
ceniza de su fénix amorosa.
¡Oh memorïa cruel de mis enojos!
¿Qué honor te puede dar mi sentimiento
en polvo convertidos sus despojos?
Permíteme callar sólo un momento:
que ya no tienen lágrimas mis ojos...
ni conceptos de amor mi pensamiento.
Félix Lope de Vega y Carpio, el "Fénix de los Ingenios"
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