sábado, 19 de enero de 2013

Fuego, fuego y agua

Algún día me va a reventar el pecho
mientras pierdo el tiempo estudiando
y de las entrañas me nacerán
lágrimas, versos y sollozos.
¿Qué mayor honor podría esperar del cielo
que con sólo la cálida luz de tus ojos
me anegase el alma entera
y diese así por zanjado el abismo
que se abre entre tu verso y el mío?
¡Ven tú, el ángel del mar en los ojos!
¡Ven y llena el negro vacío que con gestos
de cuchillo voraz ha forjado la eterna
melancolía de tu palabras!
Me basta con que escribas;
sólo sigue escribiendo, así,
con esa gracia tuya,
con ese donaire de tus manos
al posarse sobre una pluma;
pues se me deshace el pecho en agua,
en sangre, en llanto y en versos.

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