"La presencia de la cosa amada turba y enmudece la intención más determinada y la lengua más atrevida" - El Quijote, Miguel de Cervantes.
El día se levanta fresco
con gotas de rocío sobre las hojas
de las flores que nacen al amparo
de los álamos del soto.
Hay como una baja neblina blanca
que difumina los rayos del sol naciente
y los vuelve violetas, anaranjados,
de mil colores
e impregna de humedad la tierra;
esa tierra mojada cuya olor
ahoga el grito exasperado del alma enamorada
que se encoge de pavor y dudas
ante la visión de la tierra mojada.
Y como Kavafis, aunque llegue la primavera
y parezca que la vida resurge de la tierra
las primeras nieves lloran sobre el corazón cobarde
y el invierno y su estrella se ciernen y enmudecen
mi lengua asustada y mi alma atrevida.
Ahora llega el invierno más duro y salvaje;
un invierno de vacío y ausencia.
Y tengo miedo del vacío
de tu ausencia.
"Ausencia en todo siento:
ResponderEliminarausencia, ausencia, ausencia".
Miguel Hernández (de Miguel a Miguel). ;)
No tengas miedo a las ausencias. Yo creo que no existen. En verdad, siempre hay algo. ¿Cómo te imaginas tú la nada? Yo no puedo hacerlo; le pongo cosas.
Mientras haya recuerdos, no habrá ausencia.
Tierra mojada... ;)
Tan dulce como siempre, Alfonso.
Qué ganas de ese poena.
El recuerdo y los versos pueden suplir la ausencia. Llevas razón, pero, aún así, duele.
ResponderEliminarYa haremos ese poema y contrasteremos ideas, sentires. Muchas gracias por tus palabras, María.