jueves, 9 de mayo de 2013

El viaje

Que el tiempo se agota ya
lo han escrito mil veces
y sentido miles de corazones.
Pero la realidad hiere cuando se clava
con impunidad en las entrañas y devoran
la esperanza, el ánimo, el júbilo.

Que el tiempo se agota ya
lo he leído cientos de veces.
Que se va e, inexorable,
vuela y derriba castillos inexpugnables
y penetra en las torres más altas.

Pero cuando ves cercana la hora
de la partida de tu amor
el tiempo se refleja en mis ojos
con alevosía, con una amarga sonrisa.

Ves el pelo ondear cabalgando
sobre viento que se esfuma que
en un punto es ya, fue y ya no está.
Ves los ojos verdes volverse hacia el este
y su brillo esfumarse con la última luz del crepúsculo.

Te vas al este, allende del mar,
y el brillo de tu espíritu dará luz
a otras costas, otras ciudades, otro país;
el brillo se aleja y la estrella del invierno
se cierne sobre mi alma muda,
esa alma cobarde que olvida el tiempo
y te deja partir con el deseo aún sin corresponder.

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